Los musgos, los bonsai y el paisajismo.
No es necesario hablar de la armoniosa composición que un buen musgo añade al conjunto miniatura, pero definitivamente, hay que tener en cuenta que lo que vale, en primer lugar, es la salud del árbol. Esto se menciona no porque el musgo perjudique directamente a la planta que se entrena, sino por las repercusiones que en nuestro árbol pueda tener la cantidad de humedad necesaria para criar un musgo. Como ya se ha dicho en las característica, los musgos y las hepáticas forman colonias vegetales que necesitan altas cantidades de humedad para vivir, pero sobre todo, para reproducirse. Así, cuando se cultiva una especie que precisa de bajos requerimientos de agua, el experimento estético puede acabar con la pudrición de raíces o una clorosis grave en el ejemplar en cuestión. Bajo este parámetro, las especies idóneas para el cultivo de musgos son aquellas que tienen requerimientos muy altos tanto de agua de riego tanto como de humedad ambiente, así como gustar de la media sombra y nunca del sol directo. En cuanto a las condiciones climáticas, los ambientes secos y ventiscosos son los menos precisos para llevar a cabo su implantación.
Una sugerencia es que el musgo no ocupe más del 50 por ciento de la maceta que contiene a nuestro bonsai, ya que igualmente al estar la maceta colmada de musgo esto puede evitar en gran manera un riego adecuado y que el agua pueda llegar a toda la raíz de nuestro bonsai.
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